Max Steel nos invitó a Laguna San Ignacio porque a finales del año pasado lanzó una convocatoria para que todos los chavitos que quisieran votaran para que protegiera a una de tres especies en peligro: el jaguar, el puma y la ballena gris. ¿Se acuerdan? La convocatoria salió en la revista Nick (qepd). Pues el mamífero marino ganó en la votación y la gran-jefa y yo nos fuimos con el héroe de acción a ver cómo es que va a ayudar a proteger a estos cetaceos.
Aquí voy yo copiloteando la avioneta que nos llevó de Los Mochis a Laguna San Ignacio. Si no hubiera sido por mí, no sé qué habría hecho el pobre capitán allí solito. ¿Ya me viste, blogcito mío? Yo llevo el control. ¡Ja! Y en el GPS se ve la ruta que llevamos (en amarillo se nota la avioneta. Apenas empezábamos a cruzar el Mar de Cortés). ¡Qué bueno que la gran-jefa llevó cámara, si no, nadie me creería que yo fui copiloto de una avioneta!
Antes de cruzar el Mar de Cortés, vimos este sembradío y me pareció supercool. No sólo por la forma, sino por... ¡lo verde!
Ese es el principio de la península de Baja California, o sea, estábamos terminando de cruzar el Mar de Cortés. De allí teníamos que atravesar tooooooda la península para llegar a San Ignacio.
¿Ya vieron qué bien piloteo la avioneta? No si se nota que montar al dragón sirve para mucho.
Allí estoy yo parado en el hombro de la gran-jefa y nos vemos en la punta de la avioneta.
Así era el pueblito que estaba cerca de donde nos quedamos. Me impresionó que no hay agua, no se ve nada verde, todo es desierto... ¿cómo le hace la gente para vivir?
¡Por fin nos fuimos al avistamiento de ballenas! La primera que vimos era un ballenato, una cría recién nacida. ¡Estaba hermosa! Pero no le tomamos foto.
Cuando estás en la panga, que es una embarcación bajita, las oyes resoplar por todos lados y lanzar chorros de agua por los espiráculos, que son el equivalente a tus fosas nasales. ¡Es increíble! Estas son ballenas grises y miden como 15 m de largo (nomás).
Cuando se asoman, les llaman "ballenas vigías". Nadie sabe por qué lo hacen pero yo sospecho que quieren echar una buena mirada para no perderse nada de lo que pasa, ¿no crees?
¡Allí estoy yo! Parado en la punta de una ballena preciosísima!
Antes, los pescadores de la laguna las llamaban peces diablo y les tenían pavor, así que hacían mucho ruido para alejarlas y hasta se aventaban al agua para echarse a nadar cuando veían una acercarse a sus botes, pero en los años 70 un pescador que se llamaba Pachico Mayoral y que todavía vive junto a la laguna, acarició a una madre con su ballenato que se acercaba constantemente a su lancha. Se moría de miedo, pero de todos modos la tocó y se dio cuenta de que la ballena no tenía intención de lastimarlo sino más bien curiosidad por conocerlo, y a partir de entonces la gente del lugar y estos cetaceos se hicieron amigos, y son justamente los habitantes de allí quienes las protegen y mantienen la laguna casi virgen, porque es una de las tres a donde la ballena gris llega desde Canadá, luego de viajar 20,000 km, para aparearse y tener a sus crías (o sea que estos mamíferon son ¡cien por ciento mexicanos!).
Por cierto, esas cosas que ves pegadas a su cuerpo son percebes. Sí, como El Chico Percebe (pero no vi a SirenoMan por ningún lado).
Esta esponja de mar me cayó superbien porque era verde. La gran-jefa la cargó y dijo que pesaba menos que yo. Qué chistosita.
¿Ya me viste? Estoy buceando entre esas algas marinas que parecen antenas de polillas. ¡Qué padre!
Yo encontré esta esponja y le tomamos foto porque era color Nick.
Las gaviotas me gustan mucho. A esta le convidé una dona que llevé. Para que veas que soy muy buena onda, ¿eh, blogcito?
En esta zona no hay electricidad, así que la gente usa generadores eólicos (las hélices la producen en un transformador gracias al viento) y paneles solares. Eso sí, hay que cuidarla muchísimo, no dejar ni un foco prendido, y todo se apaga a las 9 de la noche.
En esta cabaña nos quedamos la gran-jefa y yo. Había dos camas con sleeping-bag y yo escogí la de la derecha. La primera noche nos visitaron unos coyotes muy simpáticos que se llevaron un tenis de la gran-jefa. Eso le pasa por dejarlos allí tirados y no ser ordenada como yo. ¡Ja!
Estos caracoles eran megarrequetesuperhiperextraespantosísimos hasta que les dabas la vuelta. Entonces veías que el molusco era increíblemente precioso. Había unos verdes, que eran los más cool, otros azules y otros naranjas. Qué padre, ¿no?
Y caminando encontramos esta estrella de mar sobre una esponja marina, todo muy color Nick. Allí estoy yo, posando con ellos. ¡Qué suertudos!
Luego fuimos a una salina. Es un lugar donde el agua de mar llega por el subsuelo y la sal se queda sobre la tierra. ¡Era increíble! Más bien parecía que estábamos en Alaska caminando sobre un lago congelado, pero no, todo eso blanco que ves es sal.
La gran-jefa descubrió esa piedra y unas esponjas raras. Le dije que posara para que le tomara una foto y aquí está. ¿Ya vieron las esponjas?
Bueno, ya me dio hambre así que voy a comer algo con el dragón. Luego sigo subiendo fotos.
Aquí voy yo copiloteando la avioneta que nos llevó de Los Mochis a Laguna San Ignacio. Si no hubiera sido por mí, no sé qué habría hecho el pobre capitán allí solito. ¿Ya me viste, blogcito mío? Yo llevo el control. ¡Ja! Y en el GPS se ve la ruta que llevamos (en amarillo se nota la avioneta. Apenas empezábamos a cruzar el Mar de Cortés). ¡Qué bueno que la gran-jefa llevó cámara, si no, nadie me creería que yo fui copiloto de una avioneta!
Antes de cruzar el Mar de Cortés, vimos este sembradío y me pareció supercool. No sólo por la forma, sino por... ¡lo verde!
Ese es el principio de la península de Baja California, o sea, estábamos terminando de cruzar el Mar de Cortés. De allí teníamos que atravesar tooooooda la península para llegar a San Ignacio.
¿Ya vieron qué bien piloteo la avioneta? No si se nota que montar al dragón sirve para mucho.
Allí estoy yo parado en el hombro de la gran-jefa y nos vemos en la punta de la avioneta.
Así era el pueblito que estaba cerca de donde nos quedamos. Me impresionó que no hay agua, no se ve nada verde, todo es desierto... ¿cómo le hace la gente para vivir?
¡Por fin nos fuimos al avistamiento de ballenas! La primera que vimos era un ballenato, una cría recién nacida. ¡Estaba hermosa! Pero no le tomamos foto.
Cuando estás en la panga, que es una embarcación bajita, las oyes resoplar por todos lados y lanzar chorros de agua por los espiráculos, que son el equivalente a tus fosas nasales. ¡Es increíble! Estas son ballenas grises y miden como 15 m de largo (nomás).
Cuando se asoman, les llaman "ballenas vigías". Nadie sabe por qué lo hacen pero yo sospecho que quieren echar una buena mirada para no perderse nada de lo que pasa, ¿no crees?
¡Allí estoy yo! Parado en la punta de una ballena preciosísima!
Antes, los pescadores de la laguna las llamaban peces diablo y les tenían pavor, así que hacían mucho ruido para alejarlas y hasta se aventaban al agua para echarse a nadar cuando veían una acercarse a sus botes, pero en los años 70 un pescador que se llamaba Pachico Mayoral y que todavía vive junto a la laguna, acarició a una madre con su ballenato que se acercaba constantemente a su lancha. Se moría de miedo, pero de todos modos la tocó y se dio cuenta de que la ballena no tenía intención de lastimarlo sino más bien curiosidad por conocerlo, y a partir de entonces la gente del lugar y estos cetaceos se hicieron amigos, y son justamente los habitantes de allí quienes las protegen y mantienen la laguna casi virgen, porque es una de las tres a donde la ballena gris llega desde Canadá, luego de viajar 20,000 km, para aparearse y tener a sus crías (o sea que estos mamíferon son ¡cien por ciento mexicanos!).
Por cierto, esas cosas que ves pegadas a su cuerpo son percebes. Sí, como El Chico Percebe (pero no vi a SirenoMan por ningún lado).
Esta esponja de mar me cayó superbien porque era verde. La gran-jefa la cargó y dijo que pesaba menos que yo. Qué chistosita.
¿Ya me viste? Estoy buceando entre esas algas marinas que parecen antenas de polillas. ¡Qué padre!
Yo encontré esta esponja y le tomamos foto porque era color Nick.
Las gaviotas me gustan mucho. A esta le convidé una dona que llevé. Para que veas que soy muy buena onda, ¿eh, blogcito?
En esta zona no hay electricidad, así que la gente usa generadores eólicos (las hélices la producen en un transformador gracias al viento) y paneles solares. Eso sí, hay que cuidarla muchísimo, no dejar ni un foco prendido, y todo se apaga a las 9 de la noche.
En esta cabaña nos quedamos la gran-jefa y yo. Había dos camas con sleeping-bag y yo escogí la de la derecha. La primera noche nos visitaron unos coyotes muy simpáticos que se llevaron un tenis de la gran-jefa. Eso le pasa por dejarlos allí tirados y no ser ordenada como yo. ¡Ja!
Estos caracoles eran megarrequetesuperhiperextraespantosísimos hasta que les dabas la vuelta. Entonces veías que el molusco era increíblemente precioso. Había unos verdes, que eran los más cool, otros azules y otros naranjas. Qué padre, ¿no?
Y caminando encontramos esta estrella de mar sobre una esponja marina, todo muy color Nick. Allí estoy yo, posando con ellos. ¡Qué suertudos!
Luego fuimos a una salina. Es un lugar donde el agua de mar llega por el subsuelo y la sal se queda sobre la tierra. ¡Era increíble! Más bien parecía que estábamos en Alaska caminando sobre un lago congelado, pero no, todo eso blanco que ves es sal.
La gran-jefa descubrió esa piedra y unas esponjas raras. Le dije que posara para que le tomara una foto y aquí está. ¿Ya vieron las esponjas?
Bueno, ya me dio hambre así que voy a comer algo con el dragón. Luego sigo subiendo fotos.