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¡Uyuyuy! Estaba comiendo una jicama con limón y salsa valentina cuando volteé y vi a Hec... ¡de rodillas ante la gran jefa!
Como la jicama hace mucho ruido mientras la masticas, no escuché lo que le decía, ¡pero te apuesto que le estaba rogando que se fuera a cambiar!
¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!!!!!!!!
¡Alguien que me pellizque por favor!
¡Estoy teniendo una pesadilla y no logro despertar!!!!!!!!
¿Que cómo lo sé? ¡Porque la gran jefa viene...
vestida de rosa!
¡De rosa! ¡La gran jefa!
¡Nooooooooooooooo!
Hec ni siquiera pudo decir "buenos días" porque se le atoraron las mandíbulas y casi se para a sacudirla de los pies para que confesara dónde estaba la VERDADERA gran jefa, la que NUNCA se vestiría de rosa. Salvador se hizo el que estaba muy clavado en la pantalla retocando el fondo para la portada de marzo y no la vio, me di cuenta de que estaba sudando frío.
La gran jefa les dijo que no hagan tanto drama, que el rosa está de moda, pero...
¿Sabes qué es lo peor?
¡Que no se me ocurre qué decirle!!! Aunque, claro, yo no me echo atrás ante los retos, así que voy a desayunar una dona del cumple de Salvador mientras hago una lista de TODO lo que puedo hacer para molestarla por ponerse de rosita. ¡Ja!
Parecía una idea GE-NIAL. Hec había dejado su yo-yo en el escritorio y la cuerda colgaba justo hasta el cajón de las golosinas, que Salvador no había cerrado cuando sacó una de las galletas con chispas de chocolate que trajo Tania. Así que mi plan era:
1. Bajar por la cuerda.
2. Meterme al cajón.
3. Echarme TODAS las galletas que hubiera.
4. Salir y regresar al escritorio.
5. Poner cara de angelito si alguien preguntaba dónde estaban las galletas. Pero no. La gran jefa arruinó mi plan. Apenas me había trepado al yo-yo de Hec cuando ella llegó y dijo que les iba a enseñar unos trucos de yo-yo. A Fito le parecieron tan cool que hasta la filmó para aprendérselos y... ¿sabes cuántas vueltas da un yo-yo en lo que sube y baja de la cuerda? ¡Un montón!
Estoy tan mareado que me voy corriendo al baño otra vez. Ahí te dejo una foto, nada más para que veas...
Son las 7:43 de la mañana y yo ya estoy limpio y arreglado. Por cierto, hago énfasis en limpio porque me han estado preguntando cómo le hice para ya no estar azul, ¿les cuento?
Afuera de la oficina de la gran gran jefa hay un jacuzzi, o sea, una tina grande-grande como el mar que echa chorros de agua a presión (los chorros los echa dentro del agua para que te dé un masaje). El caso es que he visto que cuando llenan el jacuzzi, le ponen tantito cloro al agua y como un día lo vi lleno y yo NO quería ser azul, me levanté supertemprano, lo prendí, me metí y me puse justo frente a un chorro de agua. Me lanzó hasta el otro lado de la dichosa tina. Grrr. Así que amarré un cordón desde afuera, volví a meterme y me quedé frente al chorro agarradísimo del cordón. Estuve así unos veinte minutos y cuando salí... era rojo y superviejito. Bueno, no viejito, pero sí todo arrugado. Lo rojo (que era porque el agua literalmente me pegaba) fue desapareciendo y entonces vi que ¡otra vez era verde! (Es que, además, había leído en las latas de pintura azul que compraron que tenían que darme tres manos de pintura y apenas llevaban una.)
El caso es que de puro gusto volví a meterme al jacuzzi pero se me olvidó agarrarme del cordón. El chorro de agua me mandó al otro lado y el otro chorro a este lado y el de acá al de allá y me sentía como en un mar superpicado. Lo bueno es que sé nadar muy bien, si no... (pero cuando salí vomité... verde).
¡Uyuyuy! Ya me vi en la portada de la edición de febrero. Lero-lero. Lo que no sé es si los de Nick ya se dieron cuenta que les "tomé prestada" toda una página.
¿Te cuento algo? Ayer vi que Hec trajo herramientas y clavos y alambres y cosas así. Se me hace que ya va a arreglar su helicópterito. ¿Qué será más fácil, pilotear un helicóptero a escala o un dragón? Tendré que averiguarlo.
Mientras, voy a dar la vuelta en mi mococicleta porque ya prendieron la fuente y me encanta pasar por los chorros sin mojarme —pero eso sí: haciendo olas—.
La gran gran jefa dijo que todo mundo estaba haciendo muuuucho drama, que los botes de basura no eran para sentarse en ellos sino para echar allí la basura y que las oficinas de Nick están supercool, tienen compus de última generación (Mac, obviamente) y sillas superguapas, ergonómicas y cómodas como para mancharlas y no usarlas. Y se fue.
Entonces la gran jefa dijo que la gran gran jefa tenía razón y que todos los que tuvieran algo manchado lo limpiaran. Tania limpió su compu, Salvador lavó su silla y a Hec le costó más trabajo pero también dejó la suya como nueva, excepto por un puntititito verde —dijo que era para recordarle todo el asunto de haberme pintado de azul—.
Cuando terminaron encontraron a la gran jefa editando unos textos, viendo Danny Phantom y haciendo unos letreros para botes de basura (dijo que los iba a publicar en la edición de marzo), pero no había limpiado su patineta, así que todos le preguntaron por qué todos habían lavado sus cosas y ella no. ¿Sabes qué les contestó? ¡Que su patineta se veía supercool en verde y así la iba a dejar!
¡Ja!
La gran jefa le dijo a Salvador y a Hec que si este mes venden muchas revistas Nick, les compra sillas nuevas. Hec y Salvador ya comenzaron a ver en internet cómo quieren sus respectivas sillas.
La gran jefa no sabe que debemos vender muchisisísimas más revistas Nick de las que cree porque también hay que pagar 23 pizzas —más propina— y chorromil metros de pasto enrollado entregado a domicilio en calidad de urgente.
¡Mi cerebro no arranca! No sé si estoy agotado o si dormí mucho, lo que sí sé es que la culpa la tuvo el dragón.
El sábado lo saqué a dar unas vueltitas aprovechando que los fines de semana no viene nadie a trabajar y hasta le enseñé a volar bocarriba (y yo aprendí que tengo que agarrarme muy muy bien de sus tres pelitos).
Luego llegó el chavo de las pizzas (porque pedí a domicilio usando el nombre de la gran jefa) y cuando terminé de comer (dos grandes de peperonni) ¡el dragón se había comido todo el pasto del jardín central con todo y el green de golf! ¿Sabes la que se iba a armar? (¿y de cuándo a acá los dragones comen pasto o juegan golf?).
De volada llamé al mercado de plantas de Xochimilco para que me trajeran chorromil metros de pasto en rollo y sí, lo trajeron, pero no podían quedarse a ponerlo así que tuve que ponerlo ¡yo solito! Bueno, el dragón me ayudó al final, cuando aprendió bien cómo desenrrollarlo sin tragárselo, pero enseñarle un truco a un dragón es tan difícil que acabas out, o sea, megacansado, y no sabes si fue mejor que te ayudara o no. Claro, después volví a pedir pizzas —18 para el dragón y 3 para mí—.
Lo que no quiero ver son las facturas de las pizzas y del pasto cuando le lleguen a la gran jefa.
Mejor voy a seguir durmiendo.
Chao.
Salvador se esperó a que todos se fueran a comer para emprender la graciosa huida. Creo que fue a cambiarse el pantalón. ¡Ja!
Salvador se compró un café supercaliente. Salvador tiene mucho pegue y se paró a platicar con una chava. Yo estaba dando vueltas en mi mococicleta, me derrapé y su café de se derramó en su silla. Salvador regresó con ojitos como los del gato de Shrek 2 y se sentó. ¿Verdad que él tenía que haberse fijado dónde se sentaba? Si su pantalón se manchó y él se quemó, no es mi culpa. Pero por si las flais, voy a leer Nick en mi guarida y no saldré en un par de horas.
Salvador también se sentó en un bote de basura. Lo bueno es que hay suficientes botes, ¿no?
Hec mandó a Salvador a recoger las páginas que habían terminado para la revista de febrero. Creo que quería ver si me había metido en ellas o no.
La gran jefa terminó un artículo que le gustó mucho y entonces se fue a andar en patineta a los pasillos de afuera. Está tratando de dominar eso de bajar por el barandal de las escaleras.
Tania estaba muy ocupada limpiando su compu (quién sabe por qué amaneció verde)...
...y el cajón de las golosinas estaba medio abierto. O sea: todo perfecto para lanzarme, ¿no? Pues no. Resulta que Fito dejó tiradas sus canicas y a que nunca has tratado de pasar en mococicleta por un piso lleno de canicas... ¡Ash!
>:/
Ayer en la tarde Hec se puso a gritar que le dolían las asentaderas. (Se llaman pompis, Hec. Pom-pis.)
Hoy llegó con un cojín para ponerle encima al bote de basura sobre el que se está sentando desde que su silla... sufrió un ligero y pegajoso "accidente". ¿Sabes de qué color es el cojín? ¡Azul! ¡Ja, ja, ja! Eso: que se siente en el azul.
...de haberme comido la rosca de reyes yo solito es que me salieron todos los muñecos.
Y ahora quieren que traiga tamales.
La gran jefa ya dijo que le gustan los rosas de dulce y Hec está apuntando en una lista qué quieren los demás. Grrr...
Mmm... La gran jefa metió una rosca enorme en el cajón de las golosinas. Me pregunto: ¿Cómo podré sacarla sin que se den cuenta?
...
Nomás porque me agarraron descuidado...
¿Qué tal quedaron la patineta de la gran jefa y la silla de Hec? ¡Véanle el lado bueno! Lo pegajoso sirve para que no se caigan ni de la tabla ni de la silla. ¡Ja!
¡Uyuyui! Ni te dije que Hec llegó ayer con sombrero de ala ancha y toda la cosa. ¿Estará cambiando de look o cambió su auto por un equino?
¡La gran jefa dejó su patineta botada! Ahorita vengo, me voy a dar unas setecientas veintitres vueltas...