Si me quedaba alguna duda, ya no. Alguien anda tras nosotros y no se detendrá hasta atraparnos...
...
...
...
... o matarnos.
Hace cinco días que estamos en medio de una batalla impresionante. Nos han atacado con rocas flameantes, matorrales ardientes, flechas encendidas... ¡qué de cosas! Mira que hay que ser mala onda para hacer todo eso, ¿no?
Así que el dragón y yo llevamos todo ese tiempo escapando, escondiéndonos, regresándoles una cucharada de su propia sopa.
Ayer, por ejemplo, hicimos que las rocas de lo alto de un risco les cayeran encima cuando venían volando tras nosotros otros dos dragones con una cara de malos que se les caía. Bueno, ojalá se les hubiera caído, pero no, nomás nos pelaban los dientes y echaban fuergo. Así que le dije al dragón que se fuera directo al risco, luego hiciera un giro en ángulo recto hacia arriba y cuando nos fueran a alcanzar, que con sus garras desgarrara el cerro. ¡Y eso hicimos!
Los muy tontos no se lo esperaban y les cayó tremenda lluvia de rocas en sus cabezotas. ¡Ja, ja, ja! Estaban tan aturdidos que ni vieron por dónde nos metimos y ya no pudieron seguirnos.
Ahora estamos en el bosque. Los árboles están tan juntos que el dragón no puede pasar a pie. Mejor dicho, a pata. Pero eso es bueno porque tampoco pueden vernos desde el aire.
Ya vimos un mensaje que dice: "Creemos que se fueron hacia el Norte. Son peligrosos. Dos de los nuestros están fuera de combate".
Lo que no saben, es que nos fuimos hacia el Este. ¡Ja!
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Hace 4 años.