El tonto dragón morado nos siguió hasta un pequeño poblado y vimos algo increíble: pasó frente a todo mundo, ¡y nadie lo vio! Nosotros sí, pero como que se hizo invisible para las personas, lo cual explica por qué la cara de susto del panadero que vio a mi dragón, ¿no?
Ahora el chiste es acechar al moradín para que el dragón aprenda a hacerse invisible. ¡Sería tan útil! Imagínense todas las donas y pizzas y demás que podríamos tener. Bueno, pagando, claro, porque si no sería robar y eso sí que no.
Ah, y me escribió la gran-jefa. Dice que en su cumpleaños le mandaron otro arreglo con flores sospechosas y mejor fue a dejarlo al jardín, no fuera a ser que se la comieran de nuevo.
Bueno, me voy para averiguar cómo demonios se hace invisible un dragón.
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Hace 4 años.